domingo, 13 de marzo de 2016

Grupos de Rol a los que he pertenecido IV: Los posteriormente conocidos como los Más Pardillos

Siguiendo la saga de post sobre grupos a los que he pertenecido, hoy le toca al no grupo por excelencia: Los Defensores, digo, Los posteriormente conocidos como los Más Pardillos.

Ahora la pregunta del millón es ¿Por qué lo llamo no grupo?  Pues porque realmente nunca he jugado con este grupo como tal, aunque sí que lo he hecho.  Antes de que penséis que me he vuelto loco me explico.

Mientras jugaba con La Compañía del Anillo Curativo, introduje en el mundo del rol, el comic y la subcultura a un grupo de chicos de 12 o 13 años en plena preadolescencia o al comienzo de la adolescencia y a la madre de dos de ellos.  La razón es la de siempre, mis interminables charlas frikis para culturizar al mundo.  Conseguí reenganchar a La Dragona Rosada al bello mundo de los comics (Marvel por supuesto), venciendo su natural resistencia a La Casa de las Ideas y su innato amor por DC (ahora es una gran fan de Masacre).  Después de este gran paso para el hombre, surgió el tema del rol y sus cualidades educativas.  Así que comenzamos organizó una partida de prueba entre sus dos hijos y sus compañeros de los scouts.

Así pues allí me encontraba yo, sólo ante el peligro ante 8 jóvenes y una madre.  El arma elegida fue la de siempre: AD&D.  Poco a poco fueron cogiéndole el gusto y tras los típicos primero días de redecillas entre ellos, vaciles propios de la edad y demás, acabé con un grupo fiel para las partidas mensuales (no llego a recordar la periodicidad).

El grupo no tuvo ninguna baja, salvo la crisis existencial de La Dragona Rosada por dos motivos.  El primero es que el estilo de juego de un niño no es el de un adulto y el segundo es que al ser la única adulta, el resto de jugadores esperaba que ella solucionase sus meteduras de pata.  Así pues, fue necesario un cambio de personaje y de alineamiento para que aprendiesen a ser responsables de sus actos.

Curiosamente me encontré con la incomprensión de mis compañeros frikis que miraban con superioridad al grupo.   No entendían que interés podía yo tener en pasar una tarde con un grupo semejante.   Lo que me sorprende es que no viesen que estaba intentando traer sangre nueva y alargar la vida del mundo friki.  Lo más paradójico es que uno de los que miraban al grupo por encima del hombre, era el dueño de la tienda donde quedábamos para jugar. ¿No se daba cuenta de que eran clientes potenciales?

Con ellos, como ya he comentado, jugué sobre todo a AD&D, poniéndoles las mismas aventuras que un par de años antes había jugado con La Compañía del Anillo, esperando poder jugar con ellos algún día la Campaña de la Guerra de la Lanza (campaña maldita, por otro lado que comenzado a dirigir 3 veces sin terminarla ninguna), aunque finalmente no llegamos a ello.  Jugamos un par de veces a Fanhunter, riéndonos un montón y a una aventura de Star Wars D20.  Mi mudanza a Alicante desencadenó que no siguiese dirigiéndoles más partidas.

A pesar de mi ausencia, el grupo quedó marcado con el gusanillo friki y se establecieron con grupo con derecho propio, con varios juegos, mastereres en turnos rotatorios etc.  Se llamaron los Más Pardillos y me nombraron miembro honorario del grupo otorgándome uno de los D6 del Señor de los anillos que guardé tan bien que ahora no encuentro.  Aunque sé que no lo he perdido.  Salvo algún comentario de la Dragona, con la que nunca he perdido el contacto, no supe mucho más del grupo.

Las pasadas navidades queriendo recordar viejos tiempos hablé con La Dragona Rosada para ver si podíamos juntar a la gente para hacer una partidilla y recordar viejos tiempos.  Sobrevaloré el poder de mi recuerdo sobre ellos y la cosa casi no salé.  Conseguimos juntarnos 4 (La Dragona Rosada, su hija, un pardillo que no conocía y yo) y les dirigí Despertados.  Creo poder decir que la aventura les encantó y fue un gran reenganche al mundillo para todos aquellos que lo habían perdido.

Mirando hacía atrás, recuerdo al grupo con cariño y creo que fue una buena experiencia para ellos y también para mí (no lo voy a negar).  El grupo maduró mucho desde la primera partida hasta la última y se hicieron mucho más responsables de sus propias acciones (al menos para un adolescente).  Sé que algunos me recuerdan por mi vena cabroncete de llevarles al límite y aprovechar cualquier oportunidad que me daban para fastidiarles un poquito, pero es mi estilo de juego, soy muy mayor para cambiarlo.

Nos vemos en la próxima entrada y, ¡jugad mucho hasta entonces!

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